El agua es el principal constituyente de nuestro cuerpo y tiene funciones tan importantes como transportar nutrientes, regular y mantener la temperatura corporal, prevenir el estreñimiento, mantener la piel sana, eliminar desechos a través de la orina o sudor, mejorar el sistema inmunológico y tener más energía.
Por eso, en estos días de calor extremo, es muy relevante mantener a nuestros niños bien hidratados, ya que cuando son pequeños, a menudo no pueden comunicar cuando tienen sed ni pueden beber un vaso de agua por sí mismos.
Pero, ¿cuánta agua pierden los niños? Según explica María Belén Baeza, nutricionista de Clínica Bupa Santiago, el volumen de agua necesaria cambia según la edad, produciéndose una disminución con el paso de los años. "Por ejemplo, durante la etapa fetal, el contenido en agua supone en torno al 90% del peso corporal y en el recién nacido un 75%. Debido a que son un grupo vulnerable a sufrir diarreas o vómitos, guaguas y niños son especialmente sensibles a la deshidratación. La superficie corporal de un niño en relación con su peso es mayor que la de un adulto, por lo que los niños también pierden una mayor proporción de líquido en caso de fiebre alta o quemaduras. Las pérdidas que debemos considerar se producen a través de la orina, heces, transpiración y durante la exhalación", señala.
Signos de deshidratación
De acuerdo a lo que explica la especialista, algunos signos de deshidratación incluyen:
- Boca seca y pegajosa.
- Somnolencia o cansancio.
- Sed.
- Disminución de la producción de orina.
- Pocas o ninguna lágrima cuando llora.
- Debilidad muscular.
- Dolor de cabeza.
- Mareos o aturdimiento.
En casos más extremos se puede encontrar:
- Extrema irritabilidad o somnolencia.
- Sequedad excesiva en la boca, piel y membranas mucosas.
- Falta de sudoración.
- Poco o nada de orina (amarillo oscuro).
- Ojos hundidos.
- Piel arrugada y seca que carece de elasticidad.
- Fontanelas hundidas.
- Baja tensión arterial.
- Taquicardia.
- Fiebre, delirio o inconsciencia.
La importancia de los hábitos
¿Y qué podemos hacer si a nuestros niños no les gusta tomar agua? La nutricionista asegura que los hábitos se inician en la casa, por lo que es importante que el consumo de agua sea algo cotidiano y sirva de ejemplo para los niños. "Establecer momentos del día para consumir agua, como por ejemplo durante la actividad física, en el almuerzo, después de llegar del colegio, en los recreos o pausas de las clases. Esto permitirá hacer seguimiento de la cantidad de agua consumida", explica.
En el caso de los jugos, es importante leer el etiquetado nutricional, poniendo énfasis en el azúcar y calorías que aportan. Existen alternativas sin azúcares o sin azúcares añadidos, que son sin calorías o bajos en calorías. "Bebidas Idealmente no deben consumir, pero cuando no haya otra alternativa que sea de manera ocasional y en pequeñas cantidades", dice la experta.
Opciones diferentes
También se pueden obtener líquidos a través de los alimentos que se consumen. Un buen ejemplo son las frutas y verduras que permiten favorecer la hidratación, por lo que deben estar presentes en las preparaciones diarias como ensaladas, acompañamientos, agregados para el pan, postres y colaciones.
"Idealmente la fruta no se debe consumir como jugo porque cuando se tritura hay pérdida de fibra y esto provoca una absorción más rápida del azúcar. También podemos innovar con algo tan simple como los cubos de hielo. Para ello se cortan trocitos de frutas al interior de las cubeteras con agua y se dejan para congelar. Es una opción distinta y entretenida para los niños", dice María Belén.
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