Amamantar es un proceso único e íntimo junto a tu bebé, donde además de establecer un vínculo madre e hijo, le entregas todos los nutrientes que necesita para crecer sano gracias a la leche materna.
La lactancia materna es el proceso por el cual la madre alimenta a su hijo recién nacido a través de sus mamas, que segregan leche inmediatamente después del parto. La leche materna es considerada el alimento principal del bebé hasta los primeros seis meses de vida y complementario a su alimentación hasta los dos años.
Múltiples estudios científicos demuestran los beneficios y la importancia de la lactancia materna tanto para la salud del bebé como para la de la madre. De hecho, la OMS recomienda la lactancia materna por sobre la leche artificial debido a los beneficios cognitivos, sicológicos, inmunitarios y a la cantidad de nutrientes y vitaminas únicas que la primera ofrece por sobre cualquier fórmula.
Componentes de la leche materna:
Adicionalmente, la supervivencia del bebé también parece estar relacionada con el tipo de leche que ingieren durante sus primeros meses: según la OMS, los bebés que no reciben sus componentes en la primera infancia tienen entre seis y diez veces más probabilidades de morir que los que sí la toman.
Por otra parte, s niños alimentados de manera única por lactancia artificial también presentan mayor riesgo de contraer enfermedades o trastornos como diarrea, otitis media aguda, diabetes, enfermedad celiaca y colitis ulcerosa, que afectarían su crecimiento y desarrollo.
Existen distintos métodos y técnicas, para conservar la leche materna. Esta puede extraerse de las mamas y guardarse de forma que el bebé pueda ser alimentado en otro momento, cuando la madre no pueda estar presente. Además, en algunas oportunidades se recomienda extraerla, asi evitar problemas como la sobre congestión o la mastitis.
El calostro, el primer tipo de leche materna que es recién extraída tras dar a luz, puede conservarse a temperatura ambiente durante 12 horas. La leche madura se mantiene en buen estado más tiempo, y dependiendo de la temperatura va a variar su duración:
Se recomienda almacenar la leche materna en pequeñas cantidades dentro de bolsas esterilizadas o recipientes de cristal bien limpios (no es necesario esterilizarlos) y no de plástico, porque el plástico puede transmitir sustancias con efectos adversos como los ftalatos o el bisfenol A.
En el caso de refrigerar o congelar, es recomendable descongelar la leche materna sumergiendo el recipiente en otro con agua tibia o agua caliente. Una vez descongelada, no se debe volver a congelar.
Actualmente existen dos técnicas para extraer la leche de las mamas: una manualmente y otra a través de la ayuda de un saca leche.
Es una técnica utilizada en todo el mundo que permite a la mujer familiarizarse con su pecho y perder el miedo a realizar la extracción. Para realizar la extracción manual tan solo es necesario aprender la técnica sin que se requiera nada más.
Si bien cada madre realiza un estilo que le es más efectivo, la zona sobre la que hay que apretar está a unos 3 centímetro desde la base del pezón, lo que no siempre coincide con el borde de la areola. Hay que apretar hacia la pared torácica y después comprimir el pecho entre el pulgar y los otros dedos. Seguir comprimiendo el pecho mientras se separa la mano de la pared torácica, en una acción de “ordeño” hacia el pezón, sin deslizar los dedos sobre la piel.
Para que este procedimiento sea eficiente dependerá principalmente de la elección de un buen sacaleches y cuanta técnica se vaya ganando con la experiencia. Para elegir un sacaleches hay que tener en cuenta:
Un buen sacaleches debe ser capaz de drenar el pecho y de estimular la producción de leche. Debe ser limpio, sin materiales contaminantes, fácil de usar y atraumático. En general hay dos tipos de sacaleches: eléctricos y manuales.